como Directivos, muy pocas veces escuchamos a nuestro cuerpo y mucho menos a nuestro cerebro que cuando esto sucede muy probablemente esté tan desbordado que ya olvides cosas, nos aparezcan pendientes laborales durante el sueño nocturno que debería ser reparador, o simplemente nuestro cuerpo comienza a gritar por auxilio con alguna manifestación, reacción enfermedad o con la síntesis de todos eso conocida como Burnout.
Somos tan autosuficientes, centrados en la productividad y el logro que dejamos de percatarnos del enorme costo que significa para nuestro cuerpo y en especial para nuestro cerebro, no darle tregua pensando en hacer, hacer y hacer.
Esto no sólo es absurdo porque no pone en el centro nuestra responsabilidad de estar bien interior y exteriormente, de buscar un equilibrio constante que no sólo nos haga ser más productivos, con una mirada fresca e innovadora, sino que puede hacernos pensar en un momento determinado que somos lo que hacemos. Error y horror garrafal, Somos, y siendo hacemos y no al revés.
Jamás fue tan importante como ahora, volver a nuestro centro, estar presentes aquí y ahora para decidir con libertad, claridad y responsabilidad, que nuestro cuerpo y cerebro son tan frágiles y fuertes al mismo tiempo que debemos siempre priorizarlos.
¡Hasta la próxima!