Cuando el talento se va (y no entendemos por qué)

Hablamos constantemente sobre temas organizacionales, gestión del talento y estrategias de desarrollo humano. Pero rara vez nos detenemos a observar estos temas desde un ángulo verdaderamente disruptivo. Hoy quiero invitarte a hacerlo.

No desde los indicadores de desempeño ni desde los KPI que, aunque valiosos, no lo explican todo.

Te propongo mirar la gestión del talento desde otra óptica: una que nos desafía como líderes.

Porque, seamos honestos: muchas veces vemos al equipo más como una fuente de problemas que como el verdadero motor de valor que sostiene y transforma una organización.
Y cuando decimos «es que la gente ya no se pone la camiseta», ¿no estaremos evadiendo una responsabilidad más profunda?

Hoy quiero compartirte una reflexión basada en tres preguntas clave que muchos líderes, dueños de empresas y gerentes se hacen —o deberían hacerse— con más frecuencia:


1. ¿Por qué algunos colaboradores, especialmente los más preparados, se van tan rápido tras ser capacitados?

2. ¿Por qué en ciertas áreas o niveles la rotación es tan alta y no logramos identificar la causa raíz?

3. ¿Qué no estoy viendo —o haciendo— como líder, cuando mis talentos de alto nivel se marchan buscando desarrollo que yo no les supe dar?


Una visión que cambia el juego

La mayoría de las empresas considera que “cuidar al colaborador” es darle una buena inducción, cumplir con la ley laboral, ofrecer beneficios, manuales claros, capacitaciones periódicas y hasta eventos de integración. Todo eso está bien. Es necesario, sí.

Pero no es suficiente.

La verdadera diferencia está en lo intangible: en lo que no se mide fácilmente pero se percibe con fuerza.

¿Y si te dijera que muchos se van no porque estén incómodos, sino porque dejaron de crecer?

Lo he visto una y otra vez en mi experiencia como mentora y consultora organizacional. Te explico por qué.


¿Qué hay detrás de cada salida?

1. Cuando el talento huye pronto

No es desinterés. Es tope.
Los buenos perfiles —los que suman desde el primer día— necesitan un entorno donde puedan desarrollarse continuamente. Si la organización no lo ofrece, no se quedarán. No se trata solo de retener, se trata de hacerlos florecer.

2. Cuando la rotación parece incontrolable

Muchas veces, contratamos rápido por urgencia, y no por alineación.
Eso genera una brecha entre lo que el colaborador esperaba y lo que realmente encuentra. Se siente fuera de lugar. No encaja. Y se va.

Y lo peor: se va sintiendo que el problema era él. O sin querer quedarse para descubrirlo.

3. Cuando los líderes valiosos dan las gracias y se marchan

Aquí el reto es más profundo.
Porque estos perfiles no buscan solo un salario competitivo. Buscan propósito, expansión, posibilidad de dejar huella.
Y si no sienten que su líder los ve, los escucha, los potencia… se frustran. Y emprenden su camino hacia donde sí puedan hacerlo.


El talento no se va: lo dejamos ir

Detrás de cada renuncia hay una historia que muchas veces evitamos escuchar.
Pero si queremos organizaciones sustentables, con visión a largo plazo, tenemos que empezar por entender lo que realmente hace que las personas se queden: sentirse vistas, escuchadas y desafiadas.

¿Quieres descubrir qué puedes hacer de forma concreta para transformar esta dinámica en tu empresa?

Hablemos.
Será un placer ayudarte a construir espacios donde las personas no solo permanezcan, sino que crezcan contigo.