La retroalimentación no es solo una parte de la comunicación: es su cierre, su validación y su impulso. Es lo que transforma la eficiencia en verdadera eficacia. Sin ella, la comunicación queda incompleta y los resultados rara vez son los esperados.
La mayoría creemos ser buenos comunicadores… hasta que observamos con honestidad los resultados. Basta con ver cuántas veces una instrucción termina en algo diferente a lo que imaginábamos, o cómo ciertas decisiones no se entienden ni se ejecutan como se planeó.
Durante años he estudiado cómo se da (o no se da) la retroalimentación dentro de las empresas, y si realmente se usa como una herramienta de mejora. Lo que he encontrado es contundente: hay errores recurrentes que impiden aprovechar su verdadero valor.
Los 8 errores más comunes en la retroalimentación:
- Asumir que comunicar con claridad para unos, es comunicar con claridad para todos.
Lo que se entiende en un nivel de la organización puede ser totalmente confuso en otro. - Suponer que entendemos lo que los demás necesitan, cuando a veces ni nosotros lo tenemos claro.
La comunicación no solo es racional; también es emocional, contextual y personal. - Usar el mismo medio para todos los mensajes.
Enviar un correo, mensaje o audio no garantiza que se entienda lo que queremos decir. Hay pasos intermedios que ignoramos. - Comunicar sin tener claro el mensaje nosotros mismos.
Si no está claro en tu mente, será aún menos claro para quien lo reciba. - Saturar con información sin jerarquizar.
Cuando todo es importante, nada lo es. El receptor no sabe dónde poner su atención. - No establecer tiempos ni medios para responder.
La información pierde valor si no se recibe y procesa a tiempo. Pensemos en un hospital: si se avisa de un órgano disponible entre cientos de mensajes irrelevantes, las consecuencias pueden ser fatales. - No administrar ni dar seguimiento a la retroalimentación.
En una concesionaria, por ejemplo, no escuchar por qué una mamá eligió una camioneta o qué le molestó del proceso de facturación significa perder oro puro. Se pierden oportunidades para fidelizar, mejorar procesos y generar valor real. - Echarle la culpa a “la gente” por los malos resultados.
“Es que no entienden lo que les digo” es una frase común… pero, ¿cómo estás comunicando tú? ¿Cómo compartes la información? ¿Por qué medio? ¿Cómo le das seguimiento? ¿Tienes indicadores para medir el ciclo completo de la comunicación?
La retroalimentación es crítica, especialmente en ventas. Es la que confirma si el cliente:
- Entendió tu propuesta de valor,
- Se sintió bien tratado durante todo el proceso,
- Percibió coherencia en la experiencia,
- Y, sobre todo, si volvería a comprarte o recomendarte.
Cuando no hay retroalimentación, las ventas no solo se pierden: se degrada la imagen de la marca, se generan conflictos internos y surgen los temidos costos silenciosos que nadie quiere asumir, pero todos terminan pagando.
¿Tu empresa está perdiendo oportunidades por no aprovechar la retroalimentación?
- ¿Tus procesos de venta, operación o gestión tienen huecos que afectan la productividad o el clima laboral?
- ¿Sientes que haces mucho esfuerzo pero los resultados no corresponden?
Contáctame.
Será un placer ayudarte a resolver de raíz estas problemáticas y transformar la retroalimentación en una poderosa aliada para vender y operar mejor… y sin costos humanos innecesarios.