Los costos ocultos que genera el no saber de dónde viene el resultado en la operación empresarial.

¿De dónde viene el resultado?

Muchas veces, en las organizaciones nos enfocamos en los costos materiales o financieros, sin prestar atención a aquellos costos que afectan directamente la productividad, la competitividad y, sobre todo, a las personas dentro y fuera de la empresa.

No digo que lo material no sea importante, pero:
¿Estamos realmente observando el origen de los resultados?
¿O estamos tan centrados en llegar a la meta que dejamos de ver el costo humano y organizacional que implica lograrla?

Peor aún, ¿somos conscientes de cómo nuestras fallas pueden impactar la vida de un cliente solo por suponer, no verificar o no entregar bajo las especificaciones correctas?


Un cambio de perspectiva que salva vidas

Hace unos días, en un curso de ventas que estoy impartiendo, uno de los participantes —con 20 años de experiencia en el sector— compartió una revelación:

“Jamás me había detenido a pensar en lo que implica para otros que mi empresa deje de cumplir, o cumpla con excelencia, lo que el cliente solicita.”

Este empresario tiene una cadena de sucursales que venden llantas. Al inicio, cuando le pregunté qué vendía, respondió: “Pues, llantas.” Pero al final de la sesión, me dijo algo que me conmovió:

“Ahora entiendo que en realidad estoy en el negocio de la seguridad. Una llanta mal puesta, una rotación que se asume pero no se verifica, puede costarle la vida a una familia entera. No vendo llantas: protejo vidas.”

¿Cuántas veces habremos pensado que nuestro trabajo “solo” entrega un producto? ¿Cuántas veces dejamos de dimensionar el impacto real que tenemos?


Lo que no vemos también cuesta

El problema no es necesariamente la mala fe, sino el desconocimiento, la rutina, la desconexión del propósito. No asumir con conciencia nuestras responsabilidades puede derivar en errores irreparables.

Te comparto una experiencia personal: hace algunos años, tuve un negocio de repostería saludable de grado clínico: #Pangourmeti. Atendíamos personas con alergias severas, tratamientos oncológicos, diabetes, trasplantes o condiciones terminales. Nuestro producto debía ser no solo delicioso, sino seguro a nivel clínico.

¿Te imaginas el nivel de exigencia en toda la cadena de suministro?
Tenía en mis manos no solo la salud, sino literalmente la vida de las personas.
Desde la materia prima, los procesos artesanales y sin conservadores, hasta la distribución en frío… no podía haber errores. Y, sin embargo, muchos proveedores mentían o asumían cosas como:

“La avena no tiene gluten.”
“La miel es buena para diabéticos.”

Tuve que enseñar, verificar, corregir y construir alianzas verdaderas para asegurar trazabilidad total. Fue extenuante y profundamente valioso.


Dormir en paz, con responsabilidad

Emprendí ese negocio con plena conciencia de lo que implicaba. Y no porque me sintiera mejor que nadie, sino porque entendí que ser responsable no es una opción, es parte esencial del liderazgo.

Saber de dónde viene un resultado —sea un logro o un fracaso— nos permite actuar con claridad: corregir, ajustar, documentar, repetir o potenciar. Y eso, créeme, no tiene precio.


La invitación de esta quincena

Pregúntate:
¿De dónde viene este resultado?
Sea positivo o negativo, entender su origen es lo único que te permitirá evolucionar con consciencia, sumar valor real a las personas y a tu organización, y evitar repetir errores que pueden costar más de lo que imaginas.


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📩 mohernándezmentora@gmail.com
¡Hasta la próxima quincena!