Una ventaja competitiva se percibe, desarrolla y comunica en la medida en que una empresa, de producto y/o servicios tiene claro su modelo de negocio y además tiene una propuesta de valor clara y contundente que es valorada por el o los mercados hacia los que se dirige, que en muchas ocasiones es lo que genera fidelidad a la marca.
Se comete el error de pensar que la ventaja competitiva la define el empresario, o la dirección general de una empresa, esto es medianamente cierto .
Si bien es cierto que cuando alguna característica de nuestro producto o servicio es parte de nuestras fortalezas, la dirección general puede orientar los esfuerzos estratégicos a las áreas de resultados sumando valor al cliente.
Pero, y aquí esta el meollo del asunto; sumamos valor al negocio y al cliente sí solo sí, somos capaces de adaptar nuestra empresa, procesos, procedimientos, indicadores y objetivos estratégicos a las necesidades de nuestros clientes entendiendo e innovando para sorprenderlo constantemente y no para vender nuestros productos.
Para que detectemos y desarrollemos puntualmente una ventaja competitiva, debemos analizar nuestro desempeño en el o los mercados hacia los cuáles nos dirigimos y entender con oídos atentos y mucha estrategia, qué es lo que realmente el cliente( mercado) valora específicamente y por qué característica puntual nos prefiere entre otras muchas opciones.
Te dejo esta pregunta para tu reflexión.
En tu caso concreto ¿Quién define las ventajas competitivas?, ¿El mercado o la empresa?
¡Hasta la próxima!
